Mañana se inaugura en San Sebastián una de ésas exposiciones que no pasan desapercibidas. Su nombre es «El silencio del vacío. Visiones de un mundo comestible» y estará ubicada en la sala Kutxa del Boulevard hasta el 25 de julio.
Los autores de la muestra provienen de dos mundos diferentes, pero extremadamente unidos por la creatividad: la cocina y la fotografía. Ellos son Juantxo Egaña, fotógrafo vinculado con la gastronomía; y los cocineros Enrique Fleischmann y Borja García Argüelles, responsables del Taller de Investigación del restaurante Akelarre y segundos de abordo de Pedro Subijana. Enrique y Borja son, sin duda, dos de los mejores cocineros de una nueva generación que llega con fuerza, algunos de ellos con restaurante propio y otros, trabajando codo a codo con los mejores, como es su caso. Una papel que a veces queda demasiado eclipsado por las primeras espadas, pero que representa una parte fundamental de todo gran restaurante y del motor que mueve a la gastronomía.
El eje central de la exposición es mostrar todos aquellos intangibles de la cocina que solemos olvidar, los momentos y las visiones que representan una especie de ‘silencio del vacío’ profundo e igual de importante que el resultado final que llega a la mesa. Para finalizar, os dejamos con las palabras de Pedro Subijana para saber un poco más, aunque, como él mismo dice, lo mejor será experimentarla con nuestros propios sentidos:
Cuando se habla de cocina, todo el mundo piensa enseguida en recetas, ingredientes y plato terminado. Pero hay muchas más cosas que la cocina tiene y proporciona, además de placer.
Algunas bonitas sin más. Quizás necesitan un poco de explicación, un poco de perspectiva o incluso no cuestionarse nada, solo disfrutar de su belleza.
Esta muestra es la visión artística de dos cocineros, Enrique Fleischmann y Borja García Argüelles, y un fotógrafo, Juantxo Egaña.
Desde un punto de vista diferente han sabido mostrar y captar con una sensibilidad especial los diferentes elementos que componen esta muestra.
¿Explicaciones? Para qué.
¿Te gusta? Disfrútalo.
¿No quieres verlo? ¡Qué pena!
Contempla la belleza en sí misma.
Imagina un mundo diferente, un mundo en el que todo, absolutamente todo, se pudiera comer… Las piedras que te pone la vida en el camino podrían ser de pimiento asado; las ondas que sobre la arena de la playa deja el mar al retirarse de clara y yema de huevo; las hojas de los árboles, al caer, de gelatina y salsa; los cuadros, de chipirón en su tinta… ¿Te imaginas? Difícil, ¿verdad? Pues entra.
