Reproducimos la columna de Pau Arenós publicada hoy en «El Periódico de Catalunya», dedicada a Jordi Estadella.

A Jordi Estadella le agradaba la paella D.O. Barceloneta que cocina Quim Marquès en El Suquet de l’Almirall, arroz metafísico, pues intenta contener el carácter del barrio. El 23 de marzo me lanzó un reto: «Ve a probarla. Te gustará aunque tu paladar arrocero sea de Castellón». Lo advertía porque los nacidos más allá del delta entendemos la paella como una religión -la única verdadera, rural y cruel- y guardamos los prejuicios de un ayatolá.
Hace un mes, ¡un mes!, el tono de Estadella era vitalista, cosido por una de las múltiples voces que lo habitaban o aquella risa de dibujo animado. No parecía ni enfermo ni abatido. Vayamos a tomar un arrocito, celebremos que el corazón palpita. Ese era el menjase. Y es lo que pienso hacer.
Hubo un tiempo en el que Estadella fue la persona más famosa de España. Presentaba el Un, dos, tres y aun huyendo de las grandes ciudades, buscando refugio en pueblecitos sin nombre, era detectado y asediado por fans. En esa época le resultaba imposible tomar un café en un lugar público. Luego, la fama se diluyó como un azucarillo, los amos de las nuevas teles fueron incapaces de calibrar su talento y a esta enajenación de belenestébanes hemos llegado. Aunque ha vuelto el chiste televisivo, ¡con exmodelo sin chispa como presentadora!, género zarzuelero en el que fue precursor con No te rías que es peor.
COM Ràdio le dio cobijo y regresó al micrófono, que siempre le ofreció consuelo. Hombre de radio, murió en la radio. Abrillantó en De boca en boca las armas gastronómicas, que eran variadas y expertas, casi ninjas, templadas junto a Manuel Vázquez Montalbán. Su referencia fue Manolo, compañero en el programa de entrevistas Piano bar. La conversación inteligente, el juego de palabras, la experiencia: había comido, había bebido y lo había contado.
Gracias a él conocí a Marcello Mastroianni en 1994. Canapés de salmón, el elogio del tabaco, las mujeres y el whisky y el anuncio entusiasta a Estadella de que iba a comprarse un jamón.
En mi móvil está grabado el teléfono de Jordi. ¿Qué hacer? ¿Borrarlo es morir dos veces?