Bodegas sostenibles con vocación viajera

La Feria Internacional de Viticultura Ecológica (FIVE) celebra su cuarta edición en busca de nuevos mercados

No estaban todos los que son pero la feria, celebrada en Pamplona los días 6 y 7 de mayo, contó con una buena representación de bodegas involucradas en este tipo de viticultura. Es una práctica al alza en España, que ostenta el liderazgo mundial con 53.000 hectáreas en superficie de viñedo ecológico, equivalentes a un 6,3% del área total en todo el planeta.

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La feria FIVE de Pamplona.

Resulta por tanto paradójico que solo una ínfima cantidad de botellas acabe sobre las mesas de restaurantes y hogares del país. Los consumidores españoles no están todavía concienciados y suelen asociar ecología con precios más elevados, aunque no sea siempre así. Los elaboradores, conscientes de que no son profetas en su tierra, acuden a países como Alemania o Estados Unidos, dos de los principales mercados para vinos ecológicos.

Rosalía Molina, enóloga de Alto Landón, una bodega de la D.O. Manchuela con viñedos a 1.100 metros de altitud, exporta el 90% de su cosecha. «Cuando empezamos hace 10 años, intentamos vender nuestro producto aquí pero enseguida nos dimos cuenta de que es más difícil vender un vino de Cuenca en Barcelona que en Nueva York», explica. A Jordi Miró y Sònia Gomà-Camps, de Carlania Celler en la D.O. Conca de Barberà, les ocurre algo similar. Firmes defensores de las variedades locales como la Trepat, presente en todos sus vinos, destinan la mitad de sus 20.000 botellas al mercado exterior. Venden parte de su cosecha a las bodegas de cava, pero se quejan de que «no pagan las uvas ecológicas al precio que se merecen».

Ad Libitum.
Ad Libitum.

La defensa de lo autóctono es lo que también llevó a Juan Carlos Sancha a producir vino ecológico. Lleva más de 25 años trabajando en el sector pero fue su labor docente en la Universidad de La Rioja la que le condujo hasta las variedades minoritarias que hoy en día cultiva en su finca en Baños de Río Tobía, en una de las zonas más frías de Rioja Alta. Tempranillo Blanco (una mutación detectada en 1988), Maturana Tinta (procedente de 17 cepas halladas en un viejo viñedo de Navarrete) y Monastel de Rioja (variedad autóctona catalogada desde 1847) dan vida a la marca Ad Libitum y unas Garnachas centenarias a los vinos de Peña El Gato. Son producciones limitadas pero con una personalidad indiscutible y a precios muy competitivos, entre 9 y 15 euros la botella.

Corisca
Corisca.

Son mayoritariamente pequeñas empresas, como Corisca, pionera en la elaboración de albariño ecológico en la D.O. Rías Baixas. Hace cuatro años, Natalia Rodríguez se hizo cargo del viñedo familiar y apostó por «cultivar con la naturaleza, no contra ella», en una zona donde la agricultura orgánica es una lucha contra la corisca (en gallego, viento huracanado con lluvia y granizo) y otras inclemencias del tiempo. Se lanzó al mercado con sus 12.000 botellas y muchas ganas, a sabiendas de que no sería tarea fácil. Es una de las integrantes de la Asociación de Bodegas Ecológicas, creada en esta edición de FIVE. «El estar agrupados nos permite compartir costes para salir a mercados exteriores con un precio competitivo, poder asistir a las grandes ferias y contactar con los importadores», comenta Natalia, que comparte mesa con la Familia Gómez Nevado, una explotación familiar que se dedica al cultivo ecológico de vinos generosos y aceite de oliva en Sierra Morena.

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Azul y Garanza.

Los tres impulsores de Azul y Garanza también se instalaron en un lugar límite. Su base de operaciones es un viñedo junto al desierto de las Bardenas Reales en Navarra, el mayor de Europa, con escasas precipitaciones y fuertes cambios de temperatura entre el día y la noche. Han optado por una elaboración artesanal y sin pesticidas ni abonos químicos para producir seis vinos que reflejan ese paisaje de contraste y que se pueden encontrar en un puñado de restaurantes con estrellas Michelin como Diverxo o Ramón Freixa.

A los productores orgánicos, como a otros sectores, también les afecta la crisis y el recorte de las subvenciones, pero siguen surgiendo nuevos proyectos. José Félix Arriezu ha trabajado siempre con portainjertos, pero decidió lanzarse al cultivo y la elaboración ecológica de Tempranillo y Verdejo en el viñedo familiar de San Adrián (D.O.Ca. Rioja) y en una parcela de 44 hectáreas en Pozaldez (D.O. Rueda) respectivamente. Es la primera añada en el mercado y aunque está contento con la calidad de sus dos vinos, especialmente el de Rueda, le cuesta encontrar distribuidores. Por eso ha optado por la venta en internet, tanto al canal Horeca como a particulares. Es una apuesta poco habitual en el panorama vitícola, pero confía en que esta vía alternativa y las redes sociales, un tanto descuidadas por parte de muchas bodegas, le aporten clientes.

Hay incertidumbre sobre el futuro de la FIVE, al menos en su formato actual. Desde la recién creada asociación luchan por conseguir ayudas para poder invitar a más importadores y consolidarse en el panorama de ferias de viticultura ecológica. Dada la importancia del sector a nivel mundial, el objetivo bien merece la pena.