TORTILLA / ARROZ / BACALAO

Es este un plato de ingredientes sencillos, sin pretensiones, tanto, que en su versión más básica, sin mi adorado bacalao, continúa siendo una gozada. Pero qué duda cabe, que el Rey de las salazones engrandece el plato, lo completa y da como resultado un manjar sabroso, evocador de esos momentos en los que la abuelita María, una luchadora entre fogones, me fue descubriendo la grandeza de la cocina altoaragonesa, forjada en lugares de vida dura y clima extremo que hicieron agudizar el sentido a sus pobladores del que surgieron recetas preñadas de sabor, de esas que cuando las paladeas no puedes más que cerrar los ojos y suspirar…
Tomaremos tres o cuatro dientes de ajo y un ramillete generoso de perejil y los machacaremos en el mortero; a continuación, batiremos tres huevos de gallina feliz y añadiremos dos tazas de arroz crudo, un puñado de migas de bacalao desalado y una buena pizca de sal. Con la mezcla haremos una o varias tortillas finas que una vez frías, trocearemos en pequeñas porciones regulares. Seguidamente, pondremos a hervir en una cazuela agua y hortalizas; cuando hierva, añadiremos las porciones de salmorrejo y dejaremos cocer hasta que el arroz se hinche y queden completamente tiernas. Tendremos que tener en cuenta que una vez cocidas doblarán su tamaño.
Con los pasos que hemos dado hasta aquí tenemos un plato completo tradicional de cuchara que si pasamos por una masa de tempura, freímos con aceite de oliva y terminamos al momento con un hilo de miel y un toque sutil de canela en polvo, se convierte en una deliciosa tapa que alberga en su interior todo el sabor de antaño pero con una “gracieta” especial, como diría abuelita.