La ciencia 'resucita' la viticultura heroica en Asturias a través de cinco bodegas

Redacción

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El CSIC ha estudiado desde hace 26 años las variedades y condiciones autóctonas para elaborar vino

Ciencia y vino han ido de la mano para dar vida a la viticultura heroica en Asturias, prácticamente desaparecida en el suroeste del Principado, pese a contar con 1.952 hectáreas a principios del siglo XX, que la expansión minera dejó olvidadas.

En realidad, este tipo de producción de vino sólo supone el 5% de la producción mundial, por su dificultad. Y es que se considera viticultura heroica la que se produce en zonas de montaña con una altitud superior a los 700 metros, con fuerte pendiente. Ello hace que las variedades de uva que resisten este entorno sean muy limitadas y estén muy adaptadas a condiciones límite. El premio son unos vinos tan peculiares como auténticos.

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Los viñedos de la Bodega Monasterio de Corias.

Fue en 1986 cuando la científica Mari Carmen Martínez, del Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), comenzó el trabajo para tratar de resucitar esta viticultura, prácticamente extinguida en Asturias, pese a que se tiene constancia de producción vinícola en la zona desde el siglo IX. Su primer objetivo fue determinar y localizar las variedades autóctonas, potenciar su conservación y establecer un sistema de selección clonal para su reproducción e introducción de nuevo en el mercado. Para ello, cultivó distintas variedades en una parcela experimental en Cangas del Narcea, lo que le permitió distinguir las que eran autóctonas: albarín blanco, albarín tinto, verdejo negro y carrasquín. Los distintos análisis de ADN para conocer su resistencia al entorno y las enfermedades, acabaron de seleccionar cuáles eran las más adecuadas para su comercialización.

El siguiente paso fue despertar el interés  de los viticultores de la zona para reactivar la producción de este vino heroico. Fue necesaria una gran labor divulgadora, no sólo entre los productores, sino también entre los agentes locales y autonómicos, para conseguir su complicidad.

Finalmente, en 2007 se certificaron las variedades que permitirían comercializar los vinos bajo el amparo de la Indicación Geográfica Protegida Vinos de Calidad  de Cangas y que en la actualidad promueve el desarrollo sostenible de esta zona suponiendo una alternativa a otros sectores en declive. Tanto es así, que ya hay cinco bodegas produciendo este vino gracias a 35 viticultores y unas 100 hectáreas plantadas. Son las bodegas de Monasterio de Corias, Antón Chicote, La Muriella, Pesgos y Obanca.

Precisamente esta última está envuelta en una polémica ya que desde la Indicación Geográfica se la acusa de no respetar la normativa de calidad aprobada para estos vinos en 2008, ya que transporta toda su uva a granel, en vez de separándola por variedades.

Pero polémicas al margen, se trata de una producción que comprende los concejos de Cangas del Narcea, Allande, Grandas de Salime, Illano, Pesoz e Ibias y que cuenta con un microclima especial, con menos pluviometría y más horas de insolación que el resto de Asturias. Esta situación permite el desarrollo del viñedo, generalmente situado en laderas con fuertes pendientes y orientaciones sur, como zonas más favorables.

El próximo reto por llegar será la obtención de la Denominación de Origen.