Como explica Begoña Arce en El Periódico de Catalunya, los incisivos inspectores municipales de Londres han empezado a clausurar los hornos donde los cocineros chinos de Chinatown asan patos y cochinillos al estilo pequinés. Al menos una docena de locales han visto precintados sus hornos ya que los niveles de las emisiones de monóxido de carbono de los aparatos están por encima de los permitidos por la Unión Europea. La temperatura de las cocinas en estos establecimientos puede llegar hasta los 300 grados centígrados y se cocinan hasta 30 patos al mismo tiempo. Después de los mediáticos Juegos Olímpicos de Pequín, de momento los habitantes de Londres y los numerosos turistas que se amontonan en Chinatown verán frustrados sus deseos de acercarse a la gastronomía de lejano oriente. Mientras tanto, los empresarios chinos ya han empezado contabilizar las pérdidas.