El Grifo, 250 años de familia y vino

La bodega lanzaroteña celebra dos siglos y medio de historia haciendo frente a retos como el cambio climático con su vino de invierno 

Elena Barrios

|

Bodegas El Grifo (Lanzarote, Canarias) está este año de aniversario en plena forma. La familia Otamendi vela por su buena marcha, confiando en grandes profesionales que sacan al mercado cada año entre 200 y 300 mil botellas y miran al futuro, haciendo frente a nuevos retos, como el cambio climático, con su tercera añada de su vino de invierno.

 

La arena volcánica (rofe) cruje bajo los pies cuando nos adentramos en el estratosférico paisaje de La Geria en busca de un imposible: la vida abriéndose paso en medio de los rastros de las sucesivas erupciones que han azotado la isla de Lanzarote (Islas Canarias) a lo largo de su historia. Hileras de orgullosas vides empujan con su savia, en pleno febrero, la explosión de incipientes granos de uva que, en algo más de un mes, se recogerán para elaborar una de las últimas innovaciones de Bodegas El Grifo, el vino de invierno.

 

Tercera añada que nace del departamento de investigación de una casa que está cumpliendo este año su 250 aniversario, enfrascada, entre otros proyectos, en su lucha contra el cambio climático gracias al empeño de la familia Otamendi.

 

Este vino de invierno se basa en una malvasía volcánica de nariz juguetona, piel de limón y hojas secas, que en boca despierta redonda salinidad, inundada de rosas, piel de plátano… Atrevido, sin duda, un hito más en la larga historia de El Grifo.

Una trayectoria de innovaciones que no han dejado de sucederse desde que la tercera familia se hizo con la propiedad en 1880, de la mano de Manuel García Durán, bisabuelo de los actuales propietarios. Tras su muerte, El Grifo correspondió a la hija primogénita Manuela García Parrilla, abuela de Juan José y Fermín.

Juan José y Fermín Otamendi, de Pamplona, abogados de profesión, han visto como sus mayores gestionaban, dirigían y poco a poco ampliaban la bodega, un espacio del que disfrutaban, junto a la casa de los abuelos, durante los veranos de su infancia y juventud. Cuando les tocó ejercer la dirección en 1978, siguieron los pasos de sus antecesores, poniéndola en mano de profesionales. Como ya hiciera el abuelo Manuel Rodríguez Bethencourt, médico en Madrid, que en los años 40 del pasado siglo envió a la isla, por primera vez, a un enólogo, José Luis Cenjar, que comenzó la racionalización de las vinificaciones.

 

Juan José y Fermín Otamendi
Juan José y Fermín Otamendi.

 

Ellos mismos contrataron en los años 80 al enólogo Felipe Blanco, que cambiaría para siempre no solo los vinos de Lanzarote, sino de Canarias, porque años más tarde trabajaría para el proyecto Bodegas Insulares en Tenerife. Bodegas El Grifo abandonó, en ese momento, la venta de vino a granel, y se impuso la uva mayoritaria de la isla, la malvasía volcánica. Además, dejaron de hacerse los vinos turbios mezcla de las distintas uvas de cada parcela. Cosa que no gustó nada a los locales. Los vinos aparecieron en el mercado claros y transparentes, uno seco y otro afrutado, cuya etiqueta creó el amigo y pintor César Manrique, cuya obra original conservan en la biblioteca de la bodega.

 

Blanco, riguroso y con ideas modernas, creó los primeros espumosos de la marca, así como nuevos métodos para los dulces, mediante el asoleo de las uvas. En esos años, Fermín se instala en la isla con su familia y crea su propio bufete de abogados, pero aún estando cerca, los Otamendi seguían confiando la gestión de la bodega a expertos. A comienzos de los años 1990 contrataron a Juan Jesús Martín Feo, el actual gerente, como responsable de mantenimiento.

 

En esta nueva etapa se han acometido diferentes ampliaciones y mejoras que hacen de El Grifo un espacio perfectamente estructurado para su visita. Desde el acceso libre a la zona del Wine Bar y su tienda, hasta las vistas más exclusivas y personalizadas, que incluyen la antigua bodega donde, tras varias remodelaciones, se encontró la piedra firmada por el cantero local que en 1775 acometió su construcción. Hoy el espacio está convertido en museo de la historia de la viticultura local. Contiguo a este, la antigua casa familiar donde se conservan sus recuerdos, pero sobre todo donde destaca sobremanera la espectacular biblioteca de más de 5.000 volúmenes que inauguró el artista José Hierro en 1998.

Los vinos

 

La familia tiene unas 80 hectáreas de viñedos, de los que 15 son de chabocos, profundas hendiduras que deja la lava en el terreno; otras tantas están cultivadas en hilera y el resto en los tradicionales hoyos que se hacen en el suelo de rofe para aprovechar la escasa humedad y proteger la planta del viento. Auténticos vinos heroicos. Compran uva a más de 150 pequeños agricultores a entre 3,50 y 3,60 euros el kilo, 4 euros si es ecológica. Actualmente, sacan al mercado entre 200 y 300 mil botellas, de 17 referencias muy bien implantadas en el mercado local y nacional de la mano del comercial Stefano Crumendi, y también llegan a otros países como Alemania, Italia, Francia o Noruega.

 

Chaboco
Chaboco.

 

La enóloga Elisa Ludeña cuida del proceso desde el campo hasta la bodega, pasando por el laboratorio donde dispone de la última tecnología para extraer levaduras propias y multiplicarlas a placer en cada campaña. Aunque el 70% de la producción se dedica al Blanco colección (malvasía aromática), se producen vinos de parcela, monovarietales de listán blanco, diego…Así como microvinificaciones de las que Elisa habla con pasión.

 

A pie de depósito catamos las malvasías 2023. Fresca, cítrica aunque de acidez redondeada. La de 2024; algo más larga en boca y de marcada salinidad. El Ánfora 2023, vendido en su totalidad al primer restaurante con estrella Michelin de la isla, Kamezí: 235 litros que se encuentran aún en reposo, pero que ya apuntan maneras: nariz a mandarina, salvia, manzanilla, de trago largo, sedoso… Pura lava mineral.

 

Elisa Ludeña - Bodegas El Grifo
Elisa Ludeña – Bodegas El Grifo.

 

Está en proyecto crear una sala para pequeñas vinificaciones, pero hasta que eso llegue, Elisa habla con pasión de las que están ya en camino… Una malvasía y diego que, antes de terminar de fermentar, pasa al fudre, una maravilla con aroma a cuero y pastelería. La Listán 2024, un divertimento de astringencia, lácteos, hierbas y té; el Finca Ramón, una malvasía ecológica, elegante y explosiva; o el Esfera, cuyos 600 litros viajarán íntegramente a un restaurante de Tenerife, un malvasía gastronómico y complejo, frescura de tomillo, cúrcuma y sorpresa de explosiva manzana madura.

 

Al salir de El Grifo, con sus 40 trabajadores, incluidos Juan José y Fermín, da la impresión de estar ante un proyecto que, salvaguardando muy bien su pasado, respira innovación y futuro, al que le quedan muchas historias de vinos y familias aún por contar desde la isla de los volcanes para el resto del mundo.

NOTICIAS RELACIONADAS