Vinoble, una feria rendida a los vinos generosos y con guiños foráneos

Vinos del Marco, Montilla-Moriles, del Nuevo Mundo, malvasías canarias o moscateles del Mediterráneo español en las catas

Abraham Rivera

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Había expectación por ver como se sucedía la edición de este año -la duodécima, con aspecto bianual- de Vinoble. Por primera vez el Consejo Regulador del Vino de Jerez entraba como coorganizador, y no solo como colaborador externo. Tras unos años en los que la feria había perdido algo de su gancho internacional primigenio, se volvía a retomar este perfil, aunque muy mermado por los pocos meses que al final ha habido para hacer esta reestructuración.

 

Y todo ha sido posible gracias al cambio de gobierno que se dio el año pasado. “Nosotros siempre hemos colaborado de forma activa”, recordaba Cesar Saldaña, presidente del Consejo Regulador del Vino de Jerez. “Dado que el evento cambia de signo político cada cierto tiempo, lo entendemos más como un proyecto de ciudad y de apoyo al sector”.

 

Tras las elecciones del pasado mayo, el nuevo equipo del Ayuntamiento pidió ayuda al Consejo. “Afortunadamente, decidimos aceptar porque esto es un auténtico desafío y el problema de cualquier entidad local es su rigidez en los procedimientos. En tres meses hemos logrado avanzar considerablemente, y muchas iniciativas no se habrían podido realizar sin nuestra participación”, apuntaba. “Formalizamos el convenio con el Ayuntamiento a principios de año, lo que nos dejó sólo tres meses para organizarnos. Esto ha hecho que esa presencia foránea que queríamos poner de relieve haya sido muy leve. Si empezamos a planificar con más antelación, a lo largo de 2025 o incluso antes de que termine el año, podremos asegurar compromisos con tiempo”. Entre esos guiños al exterior ha habido una importante presencia del sake, de los vinos de Tokaj, de Sicilia, del Douro y de Francia, con Sauternes a la cabeza.

Vinoble (Fotos: Salvador Mon'g)
Vinoble (Fotos: Salvador Mon’g)

El historiador Juancho Asenjo, mente inquieta desde los tiempos del Mundovino y colaborador de 7 Caníbales, fue el encargado del programa de catas. Uno de los proyectos más estimulantes de la feria, con una decidida participación de voces nuevas, que se entremezclaban con viejos conocidos. Y siempre con acercamientos poco convencionales. “Mi objetivo era sorprender a la gente, y creo que lo hemos logrado”, respondía Asenjo sobre las catas que ha organizado a lo largo de los tres días de la feria. “El público ha quedado maravillado con todas nuestras propuestas. Hemos organizado una cata del Nuevo Mundo impartida por tres jóvenes talentosas. Invitamos a Victoria Ordóñez, una bodeguera experta en la historia de Málaga, y a Antonio Flores, cuya presencia siempre es un éxito asegurado. Además, Montse Molina y Armando Guerra nos ofrecieron un recorrido majestuoso por la crianza biológica”.

 

También hubo hueco para las malvasías de Canarias, conferencia impartida por la lituana Rasa Strankauskaite; los moscateles del Mediterráneo español, de Málaga a Alicante, con Pedro Ballesteros como ponente; o la estupenda Gran Venecia, con un recorrido histórico por los vinos de la República Serenísima, abarcando desde el año 812 hasta su desaparición en 1797, que ofreció el propio Asenjo. Esas historias líquidas son las que mas han marcado el territorio de un Vinoble que durante las jornadas ha congregado a más de cinco mil aficionados y profesionales, con 25 nacionalidades diferentes acreditadas.

 

Para Asenjo, además, es importante resaltar una clara mirada hacia todo lo que está por venir, más que echar la vista atrás. “Desde que estoy involucrado, mi objetivo ha sido resaltar que esto es un negocio del presente, donde la gente vive del hoy y no del ayer. Reconocemos la importancia del pasado como base de muchas cosas, pero también entendemos que es fundamental enfocarse en el presente y en la necesidad de vender”, indica. “Hemos organizado catas no solo de vinos históricos, sino también de vinos que tienen el potencial de convertirse en historia. Ejemplos destacados son Willy Perez y Ramiro Ibáñez, que han dado un golpe en la mesa impresionante, y Osborne o Williams and Humbert, que son dos referentes históricos de este territorio”.

Vinoble (Fotos: Salvador Mon'g)
Vinoble (Fotos: Salvador Mon’g)

Otro de los puntos fuertes de este año han sido los múltiples stands rendidos a dar una forma poliédrica al Marco de Jerez, con un portentoso tapiz de bodegas de Montilla-Moriles, Málaga o Trebujena. “He aprovechado esta experiencia para descubrir a pequeños elaboradores de Montilla, una región que no había explorado mucho debido a mi enfoque en Jerez. Y me han sorprendido gratamente”, resaltaba Pepe Ferrer, embajador de los vinos de Jerez, y cómplice de la evolución de Vinoble. Entre los más valorados estaban los trasañejos malagueños, vinos de crianza oxidativa que bodegas como Dimobe han sabido cuidar. “Estos vinos son muy singulares y tienen una personalidad diferente a los olorosos de Montilla y Jerez”.

 

De Trebujena es necesario poner en valor la increíble labor de difusión de Bodegas Albariza, de la Cooperativa Vitivinícola Albarizas de Trebujena, que cuenta con 250 botas de fino, amontillado y oloroso. “Nuestra bodega se fundó en 1977 con el objetivo principal de recibir, prensar y elaborar mostos, que luego se vendían a granel a diferentes bodegas del Marco de Jerez”, señalaba Carlos Rivera, miembro de la directiva. “Fue en 2017 cuando decidimos por primera vez presentar nuestros vinos embotellados. Aunque antes ya contábamos con una buena variedad, estos se encontraban exclusivamente en nuestra bodega de crianza. Ese año marcó un salto cualitativo para poder comercializar nuestros vinos, y desde entonces hasta la actualidad, contamos con ocho vinos en nuestra carta: tres vinos blancos tranquilos y cinco vinos generosos”.

 

En cuanto a Montilla, elaboradores como el centenario Lagar de los Frailes o La Inglesa supieron marcar y divulgar toda la esencia de la región. Especialmente este último, el legendario almacenista de la zona, que ahora brilla con unas botellas únicas. Santi Carrillo, su embajador y sumiller del Corral de la Morería, dio a probar las sacas actuales disponibles en el mercado, que incluyen tres tipos de crianza biológica: finos, solera fina y finos pasados. Además de los vinos de crianza oxidativa como los amontillados y los palocortados. “Todos nuestros vinos provienen de viñedos en Moriles Altos, en suelos de albarizas de barajuela. Son completamente naturales, sin fortificación, y todos los vinos se embotellan en rama, es decir, sin filtrar ni clarificar”, indicaba Carrillo, mientras se enorgullecía del tipo de botella que usan.

 

“Hemos introducido formatos de botella poco comunes y buscamos un packaging que reflejara nuestra identidad y método de trabajo, rescatando la tradición pura de Moriles, incluida la emblemática botella de Moriles, comparable a las botellas de Mosel y Alsacia”. La comercializan en formatos de medio litro y magnum. El medio litro es manejable, y el magnum es ideal para aquellos que quieren guardar vino o necesitan rotación en barra. Se olvidan del formato de 75 centilitros porque lo consideran menos adecuado para vinos generosos.

Vinoble (Fotos: Salvador Mon'g)
Vinoble (Fotos: Salvador Mon’g)

Carrillo, que ha recorrido la feria como aficionado  y profesional a lo largo de dos décadas, considera que Vinoble se ha consolidado hoy en día como la feria más importante del mundo para los vinos tradicionales andaluces y generosos. “Para los aficionados, Vinoble es el punto de encuentro de los grandes del sector. En un espacio relativamente compacto, la calidad por metro cuadrado es posiblemente la más alta del mundo en cuanto a vinos generosos”, dice. “Para nosotros, como una bodega pequeña, participar en Vinoble significa codearnos con los mejores en la feria más prestigiosa. Nos permite llegar a un público muy especializado que sabe apreciar nuestro mensaje y nuestros vinos. Esta exposición es invaluable para establecer conexiones y destacar en el mercado de los vinos generosos”.

Los 60 expositores de la feria, que se repartieron entre los jardines del Alcázar y el edificio principal, han sido capaces de dar de beber durante estas tres jornadas a sumilleres, enólogos, profesionales del sector y amantes del vino en general, permitiendo catar tesoros de la enología mundial, compartir conocimientos, experiencias y sentimientos acerca de este apasionante y rico mundo.

 

“Nuestra intención es llegar a los 80 stands, y seguir marcando el camino a seguir que ya está creado con la gastronomía”, recordaba Saldaña. Un libro, presentado el último día de la feria, «Beber, comer, amar Jerez», editado por Planeta Gastro, definía esta línea de actuación. Y que Josep Roca resumía de manera excelente: “Jerez es el gran embajador de los sumilleres en el mundo, no hay mejor acompañante para la cocina gastronómica. Hay pocos vinos más camaleónicos, resistentes frente a los platos imposibles». Una resistencia fraguada a lo largo de los siglos y que Vinoble está decidida a perpetuar.