Es el penúltimo día de la vendimia 2024 y tanto Pilar Miranda como su marido Derek Mossman, los socios fundadores de Garage Wine Co, están en el terreno, lejos de casa. Pilar lleva dos meses zambullida entre uvas, cubas, mangueras y fermentaciones. La bodega, en el Maule profundo, es su nuevo territorio. Enóloga graduada de la Universidad de Chile, dirige al equipo sin dejar de intercambiar ideas por teléfono con Derek sobre los próximos movimientos de mostos y vinos.

Derek, canadiense que llegó a Chile con un Magister en Filosofía, está en el viñedo de José Cortez, la parcela más costera y fría en del Maule. Llama a Pilar para consultar sobre la capacidad para recibir uvas de un vecino que no estaba planeadas. Pilar dice que no. La vendimia de las 34 hectáreas de viñedos que dan vida a sus 18 vinos debe terminar. Si fuera por ellos, vinificarían la mayor cantidad posible de viejos viñedos, pero faltan recursos. Es la cruzada de Garage Wine Co, y por la que Derek acaba de recibir el premio Old Vine Hero, categoría Impacto General, otorgado por la organización inglesa Old Vine Conference.
Conversamos con Derek para hacer eco de la fuerza del mensaje de Garage, que cada vez cala más hondo fuera de nuestras fronteras y que nos invita a cambiar la mirada a otro mundo del vino, más pequeño y viejo.
Ganador del Geoffrey Roberts
No es casualidad que Derek, nacido en Toronto y con gran experiencia en marketing, fuera elegido en 2009, sin ser enólogo, para presentar los vinos del incipiente Movimiento de Viñateros Independientes de Chile (MOVI) y los de VIGNO a Jancis Robinson, la crítica más famosa del mundo. Tampoco fue un golpe de suerte que ganara las 4.000 libras del premio Geoffrey Roberts, en el Reino Unido, después de postularse desde un restaurante de carretera tras el terremoto de 2010, con la idea de injertar viejos viñedos de cepa país con cariñena y así levantar la economía de los pequeños viñateros del Maule. Hay algo en su convicción que es definitivamente irrefutable.

Derek vino varia veces a Chile desde fines de los 80 por el esquí de alta montaña, y decidió quedarse. Conoció a Pilar en una fiesta de vendimia, mientras desarrollaba un proyecto para una bodega. Ya casados, empezaron a hacer vinos en casa como hobby, y fue después que nacieron sus dos hijos y Pilar empezara un trabajo part time, cuando pusieron más energía en unos vinos que ya daban de que hablar, porque frente a la moda eran frescos y sin madera.
“Simplemente no había plata para comprar barricas nuevas y comprábamos fruta de muy buenos viñedos en el Maipo -cuenta Derek- pero tuvimos periodistas que querían ir a vernos, y el dueño de la fruta decía ‘la fruta es mía’. La segunda vez que nos quitaron la fruta dijimos vayamos donde haya productores más pequeños, donde seamos un comprador importante más que una molestia”.
Viñas tradicionales
Recuerda que había viñas tradicionales que estaban haciendo vinos de viñedos del secano y el enólogo de una de ellas les ofreció cosechar un viñedo que no les entraba en el camión. “Fue la manera de conocer algunas cosas ricas que alguien más ya había probado”.

Empezaron a hablar con los vecinos del lugar y descubrieron que otros viñateros hacían cosas parecidas. Es cuando comienza la influencia del tercer socio, el doctor en viticultura Álvaro Peña. “Álvaro, agrega Derek, siempre estuvo participando como amigo mientras Garage fue un hobby, pero es quien reconoce, cuando ya teníamos fruta de varios viñedos, que sería interesante no mezclarlas. Como científico, su método era separar. Ahí comienzan los lotes. El año pasado lanzamos el lote 139. Ahí nos vamos con fuerza al Maule y nace nuestro interés por la parra vieja”.
Lo interesante del Maule, explica, fue descubrir que eran viñedos pequeños y viejos. “Conocí viejos viñedos en Francia y en la visita nos preguntaron: ¿el viñedo viejo hace buen vino porque es viejo o es viejo porque hace un buen vino? Me encanta comenzar charlas con esta frase que entonces nos costó tanto entender. Ahora creo que hay un poco de ambos. En los viejos viñedos hay varios temas: que las raíces van mucho más profundas y la planta, ante un verano muy caluroso, puede decir ‘esto no es nada, la cosecha de hace 20 fue realmente calurosa’. Además, como las raíces van más profundo, buscando grietas hay una mejor expresión del subsuelo. Además, no hay riego ni cables, solo viñedos en cabeza”.

Otros de sus grandes aprendizajes, ha sido fermentar las uvas con el escobajo de los racimos de viejos viñedos, que están lignificados, parte de la tradición campesina, y que permite tener vinos más estables. “Además con estos escobajos obtenemos taninos sublimes. De eso se trata la boca de los vinos de Garage, dice Derek. No son vinos necesariamente fáciles de tomar cuando jóvenes, sino vinos con tensión en lugar de extracción, para guardar”.
Pequeñas dimensiones
Derek destaca los tres pecados de los viñedos viejos: Están demasiado lejos del suelo pavimentado, están plantados muy juntos por lo que no se puede mecanizar, y son demasiado pequeños para llenar un camión del tamaño actual.

En Garage entendieron que podían hacer tremendos vinos con lo que a nadie le interesaba, pero la operación requería otro modelo. “El proyecto siempre fue qué podemos hacer para sobrevivir hasta la próxima vendimia, porque lo estamos pasando muy bien y los vinos están saliendo ricos. La pregunta que surgió fue cómo se hace, porque necesitábamos tanques pequeños, y todos querían vendernos tanques grandes con una maquinaria cara. Lo que hicimos fue ir a un productor de tanques de acero inoxidable y compramos los trozos con fallas o los extras. Fue la manera barata de producir tanques de 2.000 kilos; hicimos dos, tres… y hasta ahora los usamos todos, aunque ya tenemos alguno más sofisticado”.
También, tuvieron que adaptar la logística, porque al inicio cortaban la fruta un domingo. “Todo era casi voluntario, ayudando al vecino, entonces empezamos a organizar nuestro propio grupo. Tardamos años en formar el equipo que tenemos hoy día, y no solo cosechan, podan, hacen muchas cosas durante el año porque manejamos varias propiedades. Es una pequeña economía de escala”.
Con los pequeños productores
Por otro lado, Derek destaca enfáticamente la expresión Estoy parado sobre hombros de gigantes. “Significa que nuestro trabajo sólo es posible gracias a las personas que nos precedieron. Y ciertamente, la única razón por la que puedes hacerlo es porque Nibaldo, Juan, José… han sido custodios de estos viñedos viejos. Los agricultores envejecen y cada año debemos encargarnos más de su trabajo pesado. Normalmente son los hijos que se nos acercan y dicen ‘mi papá no puede seguir haciendo eso…’. La mayoría de ellos tienen campos de una hectárea y media, dos o tres hectáreas”.

Truquilemo (donde obtienen sus vinos más importantes, Cru y VIGNO, ambos de cariñeña) es el campo más grande que manejan y estaba subdividido entre cuatro familias. “Nosotros arrendamos el primero, la familia de al lado empezó a mirar como el viñedo volvía a vivir como antes y nos dijeron hagamos esto también”.
La ventaja de Derek, más que su origen, radica en su habilidad para convencer a los pequeños productores de trabajar juntos. Sobre el proceso de construir confianza, Derek recuerda un momento revelador mientras probaba vinos en fudres de un viñatero local. Al final, el productor le explica que un vino cuesta más porque fue guardado durante un segundo invierno, ya que la fruta no estaba lista en primavera como los demás; era de cariñena pura, conocida por su alta acidez. Este encuentro marcó un antes y un después, e inspiró el nombre de la empresa matriz, Vinícola Two Winters, y el concepto de sus vinos: los de una primavera, para beber pronto, y los de dos inviernos, para ser guardados.
Garage ofrece hoy un mosaico de vinos del Maule, incluido el nuevo tinto Passageiro, más dos del Maipo y uno de Itata. “El desafío, destaca Derek, es que el cliente entienda que somos especialistas en viejos viñedos y que se atrevan a tenerlos en las cartas de sus restaurantes sin tener stock para todo el año”.
Trabajos regenerativos
Ya con un cuarto socio inversionista (el doctor en viticultura Ernesto Muller) Garage está buscando ahora cómo poder replicar en otros viñedos lo aprendido en sus trabajos regenerativos de suelo.
“Regenerativo significa que si el suelo es más fértil, más vivo, tienes un ciclo durante el año para que las raíces realmente puedan chupar minerales gracias a la ayuda de los microorganismos. Es una mejor interpretación de terroir. En contraste, hay una industria agrícola que tiene plata para hacer pruebas en laboratorio, buscar los mejores clones de variedades y la eficiencia en viñedos, o busca bajar el alcohol para nuevos consumidores. Pero nadie está haciendo estudios en laboratorios para que se pueda hacer un vino de mejor sabor”.

Le pregunto qué le gustaría hacer con los viejos viñedos de Chile, que son arrancados porque no tienen valor, responde: “Creo que la solución es internacional. Tenemos que vincularnos, formar algo, una manera de profesionalizar. Old Vine Conference existe porque mucha gente está dando su tiempo gratuitamente; debemos estudiar qué ofrecen las cepas viejas, ¿pueden ayudarnos con el calentamiento global?, ¿qué debemos aprender de ellas?¿No deberíamos tener más? ¿No deberían poner más interés los proyectos grandes? Hay un proyecto que recién comienza, financiado por The International Wine and Spirits Competition, para que hagamos un estudio de por qué VIGNO funcionó, y cómo lo vemos nosotros 10 años después”.
Sin necesidad del estudio, Derek explica que si no hubiera pasado nada con las cariñenas este año se hubieran vendido al precio de la cepa país (120 pesos el kilo; 0,13 dólares) o no se hubieran cosechado. “Hoy la cariñena se transa en dólares; nadie paga menos de 1 dólar (940 pesos). Conozco viñateros en Sauzal, que saben cuánto vale el dólar gracias al precio que les pagan. Eso se traduce en que le cambiaste la vida a ese señor y que cambió el rol de la uva dentro de la economía local. Antes la uva era una cosa más entre varios cultivos, ahora es lo más importante”.
Cuatro imperdibles de Garage Wine Company
Isidore Vineyard Semillón 2019 (Lot #F2). Maule. Nacidas de viñedos de semillón sin riego, con más de 60 años, las uvas se fermentaron en ánforas con sus pieles. Se fueron removiendo las pepitas para evitar aportar amargo. El tiempo solo ha pasado por este vino de color amarillo dorado brillante para darle una sensación jugosa y profunda en boca; filosa, más que envolvente. Sus aromas sutiles, recuerdan a propóleo y cáscaras de naranja.
Old Vine Pale Rosé Cariñena y Monastrell (Lot 123) 2022. DO Empedrado, Maule Costa. Nacido en Truquilemu, de parras de cariñena con más de 75 años y monastrell (o mataró) injertada sobre viejo país. De un romántico color rosa intenso, el vino nació en 2012 de una fermentación sin pieles. De nariz austera, con dejos a frutas rojas frescas, es una ola de frescura en boca gracias su adictiva acidez. Pensado para beberse pronto, tuvo un año de guarda, pero tiene fuerza para mucho más.
Bagual Vineyard Garnacha, Cariñeña y Monastrell (Lot 106) 2019. DO Maule, Caliboro. Nació como Lot 46 en 2013, a partir de viñedos viejos de país injertados con garnacha, cariñena y monastrell (1.2 has en Caliboro, donde vinifica Garage). Tras dos inviernos de guarda en barrica, este 2019 tiene un color violeta de capa media, igual que su fuerza; no por ello deja de tener tensión y muy rica acidez, lo que le asegura seguir rebosante de frutas negras, en botella por varios años más.
Truquilemu Vineyard Cariñena field blend (Lot 107), 2019. DO Empedrado. Nació en 2013 como Lot 47. Elaborado en co-fermentación con un 4% de syrah y más racimos enteros que en sus inicios, 2019 destaca por su fuerza y tensión en boca, con taninos ya muy suaves, sublimes, junto a un color violeta profundo, muy sexy, sus aromas recuerdan notas de moras, maquis, ciruelas negras y un dejo floral, que evoca violetas. Tuvo dos inviernos de guarda en barricas de tercer uso o más.