Ribera del Cuarzo, la Patagonia que crece con tracción a sangre

Araucana Vineyard queda en Valle Azul, una antigua propiedad de Bodega Noemia. De un lado está la ribera del río que da los paisajes más verdes, del otro la gran barda, que arma un anillo de piedra que pinta el paisaje desértico. Felipe Menéndez se hizo con el lugar y decidió convertirse en la primera generación de hacedores de vino en la familia.

Mariana Gianella

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En los años 70, Río Negro era una gigantesca industria de vino de mesa atesorando miles de hectáreas de viñedos. Cuando se la recorre quedan aún esos elefantes blancos que en su momento de esplendor fueron grandes bodegas con los típicos piletones de cemento. La gran producción de vino en el valle duró hasta los años 80, época en que el vino sufrió la caída más estrepitosa en la historia nacional, modificando gran parte de los campos productivos. Argentina pintó sus tierra de otros colores. De uva a soja, de uva a otras frutas, de uva a lo que fuere.

 

“Mi sueño es que al mirar esta misma vista de noche, se cubra de lucecitas. Y que de acá a 50 años podamos ver las bodegas del valle encendidas como una señal de que Patagonia es un gran faro de abastecimiento de uva y de buen vino al mundo”.

Felipe Menéndez. "Para mí, el campo siempre fue el motor de las emociones".
Felipe Menéndez. «Para mí, el campo siempre fue el motor de las emociones». Foto,l Mariana Gianella.

El que habla es Felipe Menéndez,  dueño de Ribera del Cuarzo. Nacido en Santa Cruz, es  quinta generación de una familia que supo tener la naviera más grande del país gracias a la producción de lana. Hoy, con la decisión de convertirse en la primera generación de hacedores de vinos en su familia, cuenta cómo inició sus pasos con Catena y cómo eso lo llevó a volver al sur.

 

“Para mí el campo siempre fue el motor de las emociones, el vino es eso, es campo y producción. Pasaba los veranos en una casa en Pirque, Chile. Una finca que había construido Melchor Concha y Toro rodeada de viñedos. De ahí mi conexión con el vino. Yo salía de la casa al jardín y me metía en la bodega. Eso y la infancia en el campo sembró adentro mío desde muy chico la idea de que iba a trabajar con el vino. A los 19 años estudie administración y un sábado me lo encontré al señor Catena tomando un café. Entré, me presenté y le dije que para mí era un sueño trabajar con él. Un año más tarde me escribió, y empecé a trabajar en Bodegas Esmeralda. Hice mi carrera ahí con nueve años de trabajo. A los 30 años tuve una revelación, me di cuenta que la vida era corta y que si quería hacer vino tenía que empezar ya. Yo iba a ser primera generación en mi familia haciendo vinos y no es lo mismo agarrar algo andando que crearlo de cero”.

 

La barda y el Río

 

Araucana Vineyard queda en Valle Azul, una antigua propiedad de Bodega Noemia adquirida y construida  por la condesa italiana Noemi Marone Cinzano junto a Han Vinding Diers. De un lado está la ribera del río que da los paisajes más verdes, del otro la gran barda que arma ese anillo de piedra, pintando el paisaje desértico con grandes cañadones que el agua talla con su pasar furioso.

El viñedo transcurre entre la barda uy el río.
El viñedo transcurre entre la barda y el río. Foto, Ribera del Cuarzo.

El Perito Francisco Moreno dedicó su vida a caminar la Patagonia entre Argentina y Chile. Su preocupación era encontrar tierras productivas escapándole a la inmensidad del desierto. Cuando Llegó a Río Negro, creyó haber encontrado el corazón productivo del país, algo que para finales del 1800 era bastante visionario. Hoy, todo el corredor productivo de la Patagonia se recuesta en la costa del río que da nombre a la provincia, y el mundo del vino no es la excepción. A pesar del clima desértico y extremadamente seco, bodegas como Ribera del Cuarzo vuelven a pisar la Patagonia con esas ansias de comienzo de historia; en el sur siempre está todo por hacerse.

 

“Esto es único en el mundo, dice Felipe. Al entrar, parecen dos países limítrofes. Algo así no lo ves ni en el Valle del Ródano, ni en California, ni en ninguna otra parte del mundo. Es un valle que combina ceniza volcánica, calcáreo, piedra pómez, carbonato de calcio, potasio volcánico, piedra bocha de río y lo que le da nombre a nuestros vinos, mucho cuarzo inorgánico. El campo es sumamente pedregoso y heterogéneo”.

vinos de Ribera del Cuarzo.
Entre la pinot noir y la malbec, dos colecciones y dos terruños.

La bodega produce dos colecciones, Araucana Y Ribera del Cuarzo, y de cada  línea parecen salir vinos de terroir muy diferentes; sin embargo están a tan solo tres kilómetros de distancia. Dentro de las dos colecciones hay un vino que elaboran con la ribera del río y otro con las viñas de la barda. En Araucana los vinos de la ribera se llaman Río los Ciervos y en Ribera del Cuarzo se llaman Clásico, porque vienen de las orillas del río que es la parte clásica del valle que antiguamente tenía veinte mil hectáreas plantadas. Es un lugar verde, completamente distinto al desértico de la parte de arriba.

 

El capital humano

 

“Empezamos a trabajar con gente que no tenía idea del trabajo en viñedo y bodega y hoy somos más de doce personas permanentes que desde hace cuatros años manejamos bodega, poda y vendimia. Es importante desarrollar un vecindario que le pueda dar soporte a la industria. Ya está pasando que hay bodegas que están interesadas en venir a plantar acá y empieza a desarrollarse un grupo de gente que entiende que el viñedo no es lo mismo que trabajar la manzana y la pera, que tiene otras características. Hay una nueva generación de chicos y chicas que empiezan a entender de viticultura. Y nosotros  empezamos a tener capacidad de enseñar”.

Escena de vendimia en Valle Azul. Foto, Mariana Gianella.
Escena de vendimia en Valle Azul. Foto, Ribera del Cuarzo.

“Necesitamos un grupo humano bueno”, continúa Felipe. “Lo primero del terroir es el grupo de gente que lo hizo posible y para nosotros es muy importante habernos encontrado con un mundo de gente muy trabajadora. Patagonia tiene sangre de trabajo, por su clima, por sus dificultades,  porque siempre estuvo más alejada de todo, hace que la gente que está en Patagonia sea de mucho trabajo”.

 

Patagonia es un gran motor con tracción a sangre. Recorrer sus tierras a caballo da esa sensación de no tiempo, de suelo inexplorado que le huye a las urbes de colores que tanto confunden a la gente. La necesidad existencial de hacer algo con la vida nos abraza a todos, pero en un ambiente hostil o de trabajo duro, ese camino se vuelve épico. Por eso todo lo construido en Patagonia no solo tiene el sabor de lo histórico, sino que suele tener la calidad de lo excelente.

Viñedos de Ribera del Cuarzo.
Viñedos de Ribera del Cuarzo.

“Estamos en camino a ser orgánicos certificados y tenemos prácticas biodinámicas. El clima seco permite mucha sanidad entonces no es un problema. Usamos caballos para trabajar. Con ellos podemos recorrer la viña y escuchar el riego, recorrer y mirar las hileras de vid desde el caballo, una posibilidad única, lo escuchas todo. Si estas a motor no escuchas los sonidos finos; si una manguera está rota por ejemplo”.

 

Frío y pinot.

 

“Las heladas en esta parte de la Patagonia no son un problema tan grande, porque no es algo que suceda de manera tan recurrente, te podés defender con poco. En cambio, en Chubut si arranca la helada y no te defendiste con agua, moriste. Esto está más al norte; es mejor clima en ese sentido. Cuando viene la helada usamos tachos que prendemos y duran hasta 7 horas. Hoy tenemos 5 hectáreas, pero como estamos ampliando 22 hectáreas más, el sistema tiene que ser otro porque es muy costoso. Para eso es clave el agua. Cuando se acabaron los subsidios de la electricidad, nos dimos cuenta que si no encontrábamos agua no nos daban los costos de traer el riego 5 km desde abajo hacia arriba. Salimos con mi hijo a caballo durante un mes, a buscar agua; cuando la encontramos en la misma finca, todo cambió. Gracias a eso sobrevivimos, si no teníamos que dejar el lugar”.

Felipe Menéndez trabaja en Ribera del Cuarzo a lomos de un caballo. Foto, Ribera del Cuarzo.
«Usamos caballos para trabajar. con ellos recorremos la viña y podemos escuchar el riego». Foto, Ribera del Cuarzo.

En una familia que ha hecho tantas cosas, es simbólicamente enorme iniciar algo nuevo, y sobre todo en una vida con tanta conexión con el campo. El futuro vendrá de la mano de las nuevas hectáreas que sumarán pinot noir al ya conocido malbec, con la construcción de una bodega específicamente hecha para esta cepa.

 

“Hoy el pinot de la Patagonia te lo sacan de las manos. Pero ¿qué hay en la Argentina después del malbec? Más malbec. En el momento que se armó esta viña no existía el pinot y hoy los vinos más caros del mundo son de pinot noir. Piero (Incisa della Rocchetta) fue el que arrancó en la zona con la cepa. El pinot noir necesita frío para mantener esa característica liviana y más tipicidad. La marca Patagonia en este momento está en auge, en un momento de conocimiento general de mucha tendencia; y como hay poquito, lo que hay lo quieren, eso explica el precio”.

vendimia lista
La uva, lista para elaborar. Foto, Ribera del Cuarzo.

Felipe anda a caballo un mes y medio con Santos, su hijo. Mientras buscan la posteridad, afuera encuentran la conexión interna que hace que estas tierras, por más dificultosas que parezcan, se vuelvan el sentido de vivir. Felipe reniega de las personas que abandonan su terruño porque las cosas se ponen difíciles, y monta el caballo buscando agua como si viviera en el año 1800.

 

Felipe comprende que el dinero no es capaz de comprar lo esencial. Al final del día nada de lo que es comprable quedará. De la Patagonia atesoraremos el descubrimiento, la  mirada de los  que vieron algo donde no había nada, como las luces del valle que se encenderán dentro de cincuenta años, pero que hoy viven en los ojos de quienes las imaginan.

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