Traslasierra sur, el futuro del vino y el enoturismo cordobés

Al oeste de las Sierras Grandes de Córdoba, asoma la región de Traslasierra, un valle imponentemente lindo que además de ofrecer caminos sinuosos entre cielos sin palabras, tiene una tradición vitivinícola que muchos productores decidieron revivir. Cinco proyectos que vale la pena visitar para tener un panorama completo de estilos y cepas: un increíble y variado enoturismo abierto todo el año.

Mariana Gianella

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Traslasierra es una de las regiones apoyadas en el cerro Champaquí, que convida sombra y clima con sus regios 2900 metros. La disposición marca una pared que recuerda a los paisajes cuyanos: la luna y el sol realentizados, saliendo como en una obra de títeres detrás del cerro, y un aire seco que se combina con suelos heterogéneos de arena, cuarzo y mica que invitan a pensar en el estilo chuncano de la vid.

La sierra desde los viñedos de Noble.
La sierra desde los viñedos de Noble de San Javier.

Con días extremadamente soleados y noches largas y frescas, Traslasierra pasa de los inviernos extremadamente secos a las lluvias intermitentes del verano. Este microclima hace que las viñas tengan floración ya en septiembre, generando una maduración temprana si la comparamos con otras regiones, y que por su gran exposición solar hace que finales de enero sea el comienzo favorito de la cosecha. Muchos se preguntan por la acidez, y es que en años calurosos es difícil lograrla naturalmente, pero el trayecto recién comienza y los productores ya entienden el potencial de la zona.

Escenas de vendimia en El Boleado.
Escenas de vendimia en Finca el Boleado.

La estructura de los vinos es buena, sobre todo la de algunas cepas. En blancos la viognier se separa de las demás y en tintos hay un potencial diferente en el syrah, de ciclo corto, clave para no atravesar las lluvias del verano exponiendo la uva a la ciclotimia climática. Si embargo las bodegas aún están indagando, porque nada es taxativo; existen vinificaciones de tannat, petit verdot, bonarda, ancellota, monastrell, garnacha o marcelan, además de las francesas malbec, merlot, chardonnay y cabernet sauvignon.

Turismo a caballo en La Matilde
Turismo a caballo en Finca La Matilde.

A una hora del aeropuerto de Merlo, donde las bodegas ofrecen ir a buscarte, el turismo de la provincia apuesta agregando vuelos semanales que faciliten el acceso.  En los breves 70 km de Traslasierra sur, hay más de ocho las bodegas asentadas. Ninguna es industrial, bregan por una agricultura orgánica, se asocian para compartir conocimientos y están armando un consorcio que les permita sacar una IG. Su tradición turística convierte la zona en una nueva cuna del turismo enológico. Un camino de curvas elegantes con casitas coloniales, productores de quesos y hierbas que aromatizan el aire, aceite de oliva, duraznos, gastronomía de kilómetro cero, todo invita a quedarse.

 

Cinco proyectos llamaron mi atención. Estancia La Matilde se encuentra en el extremo norte, luego en el centro están Araoz de Lamadrid y Noble de San Javier, 20 km al sur Finca el Boleado y Bodega Kirton 15 km más abajo.

 

Finca La Matilde. El lujo filosófico 

 

“Somos un proyecto familiar que comparte su lugar, queremos replantear la noción del lujo”, dice Pablo Asef, dueño de La Matilde,  que junto a sus hijos Alina y Nahuel, recibe personas de todas partes y todas las edades en una casa de 1600 metros cuadrados de adobe con 10 habitaciones.

Galeria en el hospedaje de Finca La Matilde.
Galeria en el hospedaje de Finca La Matilde.

Certificado como hotel verde, cuenta con calefacción solar y recolección de agua de lluvia. La cosmética del hotel se elabora allí de manera natural. Se trata de un turismo 100% sustentable, de hospitalidad y desconexión, con un nuevo concepto de lujo que radica más en los materiales nobles, el espacio y el servicio, que en tener un jacuzzi adentro del cuarto.

Degustación de vinos en La Matilde.
Degustación de vinos en La Matilde.

En 2016 elaboraron sus primeros vinos para el restaurante. Hoy cuentan con seis hectáreas de vides con certificación orgánica y biodinámica. El camino entre espalderos y gobelets esconde una huerta y un invernadero de girgolas que abastecen al restaurante.

 

La Matilde tiene habitaciones grandes y cómodas, con mucha madera y paredes que remiten al norte argentino. Lo más hermoso es la amplitud de espacios que miran al cerro y la galería que invita al bosque. El lujo se concreta en un paseo a caballo, desenchufar, reconectar con lo que nos rodea. Los atardeceres suelen ser con catas de vinos, y las noches se come a la carta en el restaurante, abierto al público y declarado Km 0.

Depósitos en la bodega de La Matilde.
Huevos de concreto en la bodega de La Matilde.

Sus etiquetas son Ladrón de corazones, Esperando los vientos, Nueva luna, Sierra Roja y Segunda Mirada. Pueden encontrarse en negocios de Buenos Aires como Niño Gordo, Anchoita, Four Season o el Hayatt, pero no será lo mismo que probarlos en el lugar.

 

Araoz de Lamadrid. Cronos & Kairos  

 

Goyo estudió entre tantas cosas paisajismo y es descendiente directo de Gregorio Araoz de Lamadrid; Ana estudió psicología y psicopedagogía y aplica constantemente su entrenada mirada en la sutileza humana. Después de vivir en diferentes partes del mundo llegaron a Traslasierra, donde las valijas se les pegaron al piso. En 2017 empezaron con la construcción de un lugar que reuniría varios aspectos de cada uno.

Hotel de Araoz de Lamadrid
Hotel de Araoz de Lamadrid.

El amor por el arte y la naturaleza quizás sea, de todo, lo más imponente. Los jardines y las instalaciones de los siete alojamientos de Araoz de Lamarid están sembrados de cientos de obras de arte locales. Mientras la mirada pasea por un cactario entre viñas, se puede ver el espíritu con el que fundieron el arte humano y la tarea artística que hace la naturaleza. Todo apunta a salir del cronos (tiempo medible) para entrar en un kairos (tiempo subjetivo) donde una parte sensible de cada visitante aflore. “Queremos disfrutar y compartir con personas sensibles, tener buenas conversaciones, redescubrir los sentidos” cuenta Alejandro Soria, encargado de bodega, sommelier y anfitrión.

 

Las viñas están plantadas con malbec,  tannat, syrah, petit verdot, cabernet franc,  ancellota,  cabernet sauvignon,  monastrell, garnacha y marselan. En blancas, chardonnay y viognier. Son los más osados en cuanto a la elección de variedades.

Vista aérea de la finca.
Vista aérea de la finca de Araoz de Lamadrid..

Goyo habla de la economía del bien común y pregona una agricultura orgánica y agroecológica. Saben que el todo es más que la suma de las partes y, tanto en la finca como en los vinos, ponen su foco en el equilibrio. “Lo completo es el equilibrio, no hay obra más linda que la naturaleza”, dice Goyo. “Nos gusta decir que más que experiencia buscamos una vivencia en las personas, porque la vivencia es transformadora” agrega Ana.

 

Marcos Fernández, es el enólogo de Araoz de Lamadrid, y sus vinos pretenden no tapar la identidad del lugar. “Queremos expresar una familia de aromas de la zona, además de la fruta y el varietal. Los vinos acá son especiados, tienen lemongrass (hierba limón), poleo, menta peperina. Es una vitivinicultura de altura, estamos a 950 metros y los suelos son coluviales, con piedras angulares cercanas a la sierra, complejos y heterogéneos. Por la exposición y la inclinación de la pendiente, la maduración se adelanta entre dos y tres semanas; no se pueden aplicar los libros mendocinos, es otro microclima que te marca otra verdad”.

Etiquetas dedicadas al predecesor.
Etiquetas dedicadas a Gregorio Araoz de Lamadrid.

Araoz de Lamadrid es una vivencia. Se trata de desayunar entre sus plantas, pasear por caminos que cuentan una historia, probar los vinos besándole los pies al cerro Champaquí con la mirada, y escuchar a Goyo contar la historia de Lamadrid.

 

Noble de San Javier. El corazón de Traslasierra

 

Nicolás Jaskalevich nos hace entrar por una bodega construida en 2011 pero que pareciera estar emplazada en el lugar hace siglos. El exquisito talento de su padre como arquitecto le dio a la Hostería Las Jarillas y a la bodega Noble de San Javier una impronta que solo los artistas saben lograr con la mirada. Hoy el proyecto está en las manos de Nicolás, ingeniero en alimentos que luego de hacer viticultura en Francia e Italia vino a Traslasierra donde arrancó su primera cosecha en 2008.

Todo se contruyó con material reciclado. Foto, Noble de San Javier.
Todo se construyó con material reciclado.

El lugar erigido con material reciclado, además de recibir visitantes en siete habitaciones que dan a la viña, propone todas las tardes una degustación de vinos. Él también está en la búsqueda de joyas que nazcan del viognier y el syrah, porque apuesta a su ciclo corto de maduración y a la particularidad con la que estas cepas expresan los botánicos de la zona.

 

“En Traslasierra llegó a haber 500 hectáreas de viñedo, era una zona de tradición vitivinícola. El auge fue desde 1934 y mediados de los 90. Se hacían 2 millones de litros al año. Es un valle muy productivo: aromáticas, frutas, quesos, vinos, papas, etc. Las economías regionales son pequeñas y de gran calidad. Córdoba tiene un potencial enorme”, cuenta Nicolás mientras nos da a probar un Champaquí Malbec, el ícono de su línea, que expresa fruta y especias y una estructura que, a ciegas, cualquiera podría confundir con Valle de Uco.

Cava de Noble de San Javier. Foto cedida.
Cava de Noble de San Javier. 

El proyecto Noble apuesta a plantar otras 10 hectáreas de malbec muy cerca de allí, donde en un mes abrirá un visitor center, un campo de lavandas y una vista ampliada a los vinos de Traslasierra.

 

Finca El Boleado. Proyecto chico, corazón grande

 

Veinte kilómetros al sur, encontramos una finca que lleva su nombre. Finca El boleado es especial: una hectárea, tres variedades y un árbol en el centro. El proyecto lo comanda Martin Westerdhal, un emprendedor nato, inquieto, que gusta sumergirse en el mundo de los sabores y las bebidas. Con formación de ingeniero electromecánico, obtuvo las herramientas necesarias para desarrollar y entender el funcionamiento de una bodega. Fue su acercamiento al mundo de las bebidas que lo llevó a terminar incursionando como productor. Hoy elabora gin, cerveza, vermut, sidra, un agua tónica y un gintonic envasado que se llama Dill y es una delicia.

Viñas de El Boleado.
Viñas de Finca el Boleado.

Guanaco Boleado es el paraje donde decidieron emprender este proyecto que embandera a la bonarda, la syrah y la viognier. Su bisabuelo danés llegó a Traslasierra en el año 61, cuando todavía no había calles pavimentadas, ni construcciones. Pasó los veranos e inviernos de su infancia en la casa de los padres; conoce mucho la zona.

 

“La población en aquella época no era más que un par de locos. Unos amigos alemanes, unos austríacos, 300 habitantes”, cuenta y agrega: “cuando familiarmente quisimos invertir en algo,  no dudé en decirles que el vino era el camino. Creo mucho en el potencial de la zona. Al viognier le encontramos una tipicidad varietal muy fuerte,  la zona le da una flor en nariz increíble”.

Pruebas en El Boleado.
Pruebas en la bodega de El Boleado.

Si bien el proyecto es pequeño, visitarlo y probar sus vinos bajo la sombra de sus árbol vale tanto la pena como buscar la frutilla en sus tintos o el hilo conductor en las aromáticas.

 

Bodega Kirton. Un lugar para vivir

 

La Indicación Geográfica de Traslasierra Sur, podría terminar en Finca La Sofía. Richard Kirton, ingeniero agrónomo, volvió a su país natal para echar vides luego de vivir muchos años en Inglaterra. Sus viñas están verdes y frondosas de una manera particular. Se ve la vida a flor de piel, repleto de flores silvestres y botánicos que aunque no se declare orgánico, está claro que lo es. La particularidad absoluta de este proyecto es su riego. Si todos los proyectos utilizan agua de pozo, Kirton riega por manto. El derecho a riego tiene 70 años y es evidente que produce algo diferencial en los suelos.

Viñedos de Kirton. Foto, Kirton.
Viñedos de Kirton. 

Su cepa emblema es la syrah, la que le gusta, la que le sale bien y la que convida.

 

“Empezamos hace tres años a hacer vinos, si bien planté viognier y tannat, que todavía no están productivos, mi idea es centralmente hacer syrah, es lo que nos sale bien”. Es así, su syrah en forma de rosado, con o sin madera, tiene una particular nota herbal de la zona, fruta negra y estructura maravillosa.

Botane, la etiqueta de Kirton
Botane, las etiquetas de Kirton. 

Si lo contactan por redes pueden conocer su nuevo centro de visitas, la cava subterránea y subir a su techo verde con la vista del cerro Champaquí. Toda su escala de elaboración habla de productores que saben que tienen un gran valor entre las manos,  pero sin ambicionar crecer hasta deformarse. Les gusta quedarse así, saber lo que hacen bien, hacen sinergia con los vecinos, invitan al turismo a disfrutarlos… Un modelo a contracorriente que también procura equilibrio a sus vinos.

 

Las fotografías han sido cedidas por las bodegas citadas.