Borgoña, que exporta una de cada dos botellas y produce rarezas como Romanée-Conti (el vino más caro del mundo), acoge la más antigua y famosa subasta de vinos del mundo. Será en los Hospices de Beaune, fundados en 1443 “para curar enfermos y acoger miserables”. Sus 60 hectáreas de viñedo fueron donadas por viñateros.
De todo el mundo llegan del 17 al 20 de noviembre enólogos y coleccionistas, profesionales de la restauración y periodistas especializados. Entre otras actividades podrán catar las 51 cuvées de los Hospices que después serán subastadas por Sotheby’s.
La primera subasta pública de los vinos de Beaune tuvo lugar en 1859 y desde entonces se sucedieron 162, cada vez con mayor eco mundial. Gracias al producto de las subastas, los Hospices, arquetipo de arquitectura borgoñona del siglo XV, son desde hace medio siglo museo. Y la región cuenta con infraestructura hospitalaria financiada por el vino.
En total, son subastadas 753 pièces -típica barrica borgoñona de 228 litros-, 574 de tinto y 179 de blanco. Descontada la comisión de Sotheby’s, que organiza la subasta, el dinero es invertido en el hospital de Beaune. Colofón de la subasta, la llamada “pièce de los presidentes”, llena esta vez de un glorioso Mazis-Chambertin Grand Cru, es subastada cada año a beneficio de dos distintas fundaciones médicas. Las del año pasado se repartieron más de 800.000€. Valor añadido, este año: la barrica fue construida con la madera con la que acaban de restaurar la aguja de Notre Dame de París, destruida en el incendio del 2019.
Protagonista desde la plantación a la vendimia y de la selección de uvas a la barrica, Ludivine Griveau, la enóloga de los Hospices de Beaune, aparece a plena luz en la presentación de la subasta, dos semanas antes, en París, cuando explica, como una epopeya, el año transcurrido desde la vendimia anterior, con sus altos y bajos, lluvia, sol, granizo, sustos y alegrías.
Los compradores tradicionales son los négociants, esas casas que crían vinos, reunidas por la FNEB (Fédération des Négociants-Éleveurs de Grande Bourgogne). También los restauradores. Juli Soler, de elBulli, es recordado aún como un personaje de cada año, no solo en catas y subasta sino también en La Paulée, esa comida de viñateros -cada uno lleva un par de botellas- y algunos privilegiados que clausura el encuentro.
Cómo funciona la subasta
Si participar de las catas previas o de La Paulée requiere invitación, cualquiera puede en cambio comprarse una botella. La idea, revolucionaria en 2009, cuando la puso en práctica, fue de Albéric Bichot, responsable de la tradicional maison de négoce que lleva su apellido, con 100 hectáreas de viñedo propias pero que además como sus colegas compra a distintos viñateros.
En realidad, copió a sus rivales de Burdeos, que con sus primeurs (ventas a la avanzada) consiguen financiación. A través de Bichot, cada cual puede comprar una botella de 2023 (selección de dos blancos y tres tintos) a partir de 80€ y recibirla, luego, criada en sus bodegas.
Asiduo de las subastas -“la de este año será mi trigésimo cuarta”, explica- Albéric las descubrió con su padre. A los 26 años se convirtió en comprador. Y en la última década, en el principal: se queda un 20 o 25% de lo subastado, de 80 a 140 pièces.
“La subasta es un formidable proyector sobre nuestro viñedo. Además, hasta los 1960-1970, antes de la construcción del nuevo hospital, todos los niños de Beaune nacíamos en el Hospice. Hoy, gracias a los beneficios de la subasta, tenemos un excelente hospital de proximidad, que salva vidas. Un hospital de viñateros”, anota.
Pero no es filantropía. Bichot aprovecha el poder de convocatoria de la subasta para invitar a clientes. La práctica es seguida por otros négociants, como Louis Latour o Joseph Drouin. Bouchard, por ejemplo, celebra cenas memorables, con viejas añadas de sus vinos.
Bichot, por su parte, anticipa la subasta con alguna curiosidad. El año pasado, botellines de cata, de 10 cl, de vinos de Beaune. Este año, un cofre de madera de pino, como los de un magnum que asocia una conexión bluetooth. Al abrir el estuche, se desgrana una play list que va de sones medievales a Queen pero con un hilo histórico: cada corte tiene relación con los Hospices o con la casa Bichot. «A Kind of Magic» (Queen) lo escogió Ludivine Griveau porque “define la magia de la añada 2023, generosa y prometedora”. Y «Bacchanale» fue compuesta por Camille Saint-Saëns en 1876, año de la primera presencia de la casa Bichot en las subastas”. ¿El vino? Un Beaune 1er cru Dames Hospitalières 2020 de los Hospices de Beaune. Y solo 23 ejemplares, a 525 € cada uno.
Todo lo que quería saber sobre el vino de Borgoña
Entre Auxerre y Mâcon, sobre solo 30.815 hectáreas (4% del viñedo francés y 0,4% del mundial), Borgoña cuenta con 84 DO entre las más prestigiosas del mundo. Los vinos son elaborados por viñateros y por negociantes. Las DO se dividen en 33 Grand Cru, 44 Village y Premier Cru y 7 DO regionales. El 40% del viñedo produce tintos de pinot noir y los blancos de chardonnay cuentan por un 49%. Hay vinos más modestos, de uvas aligoté (blancos) o gamay (tintos).
En la producción media de millón y medio de hectolitros predominan los blancos (60%) sobre tintos y rosados (29%) con un 11% de espumosos (Cremant de Bourgogne). Las etiquetas Village y Premier Cru significan un 47% del total, completado por 52% de DO regionales. Y si hay apenas un 1% de Grand Cru, a ellos corresponde un 33% de las DO, mientras que un 44% distingue Village y Premier Cru.
El vino de Borgoña factura 2.300 millones de euros. Un 3% del PBI de la región, donde genera más de 45.000 empleos. Si la hectárea tenía en 2021 un precio medio de 790.100 € y la talla media de una propiedad es de 8,21 has, las disparidades son enormes. Así, la hectárea en Bourgogne Grand Cru sobrepasa los 7 millones, contra un millón y medio de euros por la de un Premier Cru blanco. Y en 2019, François Pinault pagó 29 millones por ha de su Clos de Tart.
Borgoña cuenta 3.504 propiedades particulares, 16 cooperativas y 316 Maisons de Négoce, con viñas propias o no, pero siempre con una personalidad de los vinos. Mal consideradas hasta hace 40 años, hoy, Bichot, Joseph Drouin, Bouchard Père et Fils, Louis Jadot, entre otras, han recobrado prestigio. Desde el punto de vista comercial, sobre los 215 millones de botellas vendidas en 2022, más de la mitad (55%) salió fuera. Pero solo un 18% se quedó en la Unión Europea, con Bélgica (9%) como líder.
Fuera de la UE, se alinean los Estados Unidos (20%), Reino Unido (16%), Canadá (9%) y Japón (8%). En fin, un 22% de lo comercializado en Francia es vendido directamente en bodega o por cavistes (tiendas especializadas) y un 23% en gran distribución y equivalentes.