Laura Catena, el arte de lo profundo

Los libros llevarán su nombre. La historia de Laura Catena contada en primera persona en charla con 7Caníbales. Una mujer que lleva en sus hombros la cuarta generación de una familia que dobló los destinos del vino argentino ¿Qué hay detrás de las mentes del éxito? ¿Qué se cocina al calor del poder? Una mirada humana sobre su recorrido, los premios y la fortuna de nacer entre viñedos.

Mariana Gianella

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Laura revuelve los cajones de su abuelo Domingo (DV Catena), le hace dibujitos y le escribe cartas cuando se siente viejo. También abre latas de conserva para comer los tomates cultivados de la huerta y juega con los perros. Cuando algún cachorro queda apartado se asegura, con su saber de niña, que reciba la misma leche que los demás. Quizás sea este sentido del equilibrio de la vida el que marcó la vocación de médica que forjó después; eso y que el vino hasta el momento no era cosa de mujeres. Sin embargo, por debajo de las venas culturales que atraviesan los sí y los no para los géneros, hay algo que se llama destino, y Ana, la bisabuela de Laura y esposa de Nicola, fue la gran experta.

 

Domingo aprendió viticultura de la mano de su madre en una familia condenada al éxito, escrita por el vino a través de botellas que llevan cien años de memorias familiares, que marcan un estilo de hacer las cosas, pero también escriben una historia de inmigración familiar y un modelo empresarial en extinción: familias enteras uniendo su destino a través de las uvas. Viñas testigos de infancias y mandatos, de risas y de duelos, una cordillera que empezó como postal, y poco a poco se disolvió en la copa de las mejores mesas del mundo, entró en las bocas de los más prestigiosos paladares, y atravesó las puertas que durante siglos habían permanecido cerradas.

Laura Catena.
“Empecé a ayudar a mi papá porque pensé que le iba a ir muy mal».

“Nosotros vivíamos entre Buenos Aires y Mendoza, yo cuidaba los perros de mi abuelo que era fanático de las plantas y de los animales. Él tenía una hectárea de huerta al lado de su casa. La cuidaba solo, no dejaba que nadie lo ayudara. Siempre tenía frutas y verduras frescas. También tenía flores, especialmente girasoles. Mi abuela Angélica, falleció en un accidente de auto cuando mi papá tenía 18 años. Mi abuelo siguió enamorado de ella hasta la muerte, y por toda la casa tenía girasoles, su flor favorita”.

 

Laura nació en Mendoza en 1967. Con los años y un flamante título de Licenciada en Biología en Harvard y Doctora en Medicina de Stanford, se puso al frente de Catena a sus brevísimos 27 años. En 1995, su papá Nicolás Catena Zapata, logró gracias a sus brillantes estratagemas regresarla al mundo del vino, de la mano de algo que ella manejaba bien, las ciencias. Laura fundó el Catena Institute of Wine, con la misión de elaborar vinos capaces de competir con los mejores del mundo y luego se convirtió en lo que es actualmente, la Directora General de Catena Zapata, donde trabaja mano a mano junto a Alejandro Vigil y Luis Reginato. Laura también fundó su propia bodega, Luca, sin dejar de ser Médica de Emergencias en California, en el Centro Médico de San Francisco donde atiende casi en una vida paralela a pacientes que corren riesgo de vida.

“Yo decía, no me inviten a un panel

porque soy mujer,

invítenme porque tengo algo para decir»

“Empecé a ayudar a mi papá porque básicamente pensé que le iba a ir muy mal. Cuando estaba estudiando medicina me invitaba a sus viajes a Francia y yo iba como traductora. Claramente era un verso para que me interesara y funcionó. Me enamoré de la historia del vino, era la cosa más divertida del mundo, es una bebida milenaria que no termina nunca. Un día me llama y me dice que tengo que ir a Nueva York porque por primera vez Catena, una bodega sudamericana, había sido seleccionada para presentar sus vinos en la New York Wine Experience. Trabajé todas las noches de guardia durante una semana para poder tomar el turno del fin de semana e ir a la feria. Estaba en mi stand ‘Argentina’, al lado de las grandes colas de las bodegas californianas, francesas, italianas. Lo llamé a mi papá y le dije ‘te va a ir re mal con este proyecto papá’, porque yo había crecido con él como mi héroe, y de repente ver que tenía este sueño de que los vinos argentinos podían estar entre los mejores del mundo y ver que nadie nos conocía era durísimo. Lo peor que pasó fue que alguien probó el vino francés del puesto de al lado y escupió en mi escupidera ¡sin siquiera probar mi vino! Era el colmo. Entonces pensé, esto es una fantasía pero yo tengo que ayudar».

 

«Mi papá es un padre único, modelo y pésimo al mismo tiempo. No te reta, es cero límite. Una vez mi hermano estaba dibujando en un libro y mi mamá lo retó, mi papá dijo ‘¿Qué vale más, la felicidad de tu hijo o ese libro que lo podés comprar de nuevo?’. Rompe todas las reglas que hay que hacer como padre; no me ha retado en toda mi vida. Está siempre disponible, si me siento triste lo llamo y se sube a un avión y mañana está acá. Por eso yo pensé en ese momento ‘lo tengo que ayudar, pobre, le va a ir re mal’. Mi papá, feliz. Y como sé mucho de investigación, comencé por ahí, tratando de entender cómo hacer los mejores vinos para competir en el mundo”.

Laura Catena
«La verdadera respuesta de porqué entramos en el mundo es porque el malbec es rico».

Laura hizo caber mil vidas en una vida, médica, madre, investigadora, gerenta y winemaker. Con una tabla de prioridades donde la salud de una persona es mucho más importante que cualquier otra cosa, la medicina y el vino se conjugaron en un equilibrio que ella explica muy bien: “El consejo que le doy a mis amigos es tomar menos y mejor, el vino tiene muchos beneficios si es moderado, es parte de la felicidad de la vida”.

 

“En los años 90 nadie sabía lo que era el malbec, de diez lugares solo uno te compraba. Hoy parece incomprensible. La verdadera respuesta de porqué entramos en el mundo es porque el malbec es rico. Entre el 2004 y el 2010 el malbec fue el vino de moda como lo es hoy el rosé, o el sauvignon blanc. El malbec tenía la capacidad de ser rico siempre, pero estaba plantado en zonas muy calientes, no se había trabajado bien. La concentración y la sutileza se logró a través de la investigación. Estudiamos cuál era el clima y el lugar ideal, buscamos las plantas correctas. Argentina tiene una biodiversidad genética muy grande, del siglo XIX, mucho más grande que Europa y conservada de forma artesanal. Tuvimos un efecto Islas Galápagos, con una protección natural de la biodiversidad. Nuestro gran quiebre fue comenzar a hacer el malbec como el pinot noir y no como el cabernet. Eso surgió de un viaje que hicimos con Vigil a la Borgoña donde él me dice -“¿Sabes que creo que hemos estamos haciendo todo mal?”-. No teníamos 400 años como los monjes cistercienses de la Borgoña, la única forma de progresar rápido era haciendo toda esta experimentación”.

«El malbec tenía la capacidad de ser rico siempre,

pero estaba plantado en zonas muy calientes,

no se había trabajado bien»

La bisabuela Ana, era la que plantaba los viñedos y el bisabuelo Nicola era el que hacía los vinos, no había dinero para empleados. Así Laura llegó sin el prejuicio de que una mujer sí o una mujer no. Nicolás la puso al mando como lo habían puesto a él a los 23, le dio las riendas de uno de los mejores tesoros del país; y como Laura venía de una profesión en que las mujeres ya habían conquistado, no se cuestionó nada. Simplemente avanzó.

 

“No me gusta el tratamiento distintivo solo por el hecho de ser mujer, yo decía no me inviten a un panel porque soy mujer, invítenme porque tengo algo para decir. Creo que entre mujeres es lindo tener nuestro lenguaje de mujeres y ayudarnos. Ser la hija de mi padre es un privilegio y no lo es. Por un lado, tienen razón, como médica no me hubieran dado el mismo lugar, eso es un privilegio y hay que ser consciente, pero no es que los familiares pueden hacer cualquier cosa. Tenés que laburar, inclusive más porque tenés que dejar claro que te ganaste el puesto. Yo tuve el privilegio de tener una abuela directora del colegio que educaba a las mujeres y a los hombres por igual. Cuando mi padre era chico, el objetivo de una mujer era casarse bien, no tener un trabajo interesante. Y mi papá había tenido esta madre con cuatro hijos que empujaba a las mujeres y a los hombres de la misma manera, creció con esta cultura de la mujer en igualdad y con ambición, para mí fue muy fácil entrar así en la bodega”.

 

Catena Zapata encabeza la lista de las mejores 50 bodegas del mundo según el ranking The World’s Best Vineyards 2023, dada a conocer el pasado 12 de julio. En la misma lista se encuentran otras cuatro bodegas argentinas de las cuales tres forman parte del top ten: Bodegas Salentein (9), El Enemigo (10), Durigutti Family Winemakers (13), Colomé (24) y Diamandes (48). Si bien a ciencia cierta nadie sabe qué significa qué es ser mejor bodega del mundo, Laura se hace una idea bastante clara de lo que implica para el país.

Catena Zapata fue elegida como la mejor bodega del mundo por The World Best Vineyards 2023.
Catena Zapata ha sido elegida mejor bodega del mundo por The World Best Vineyards 2023. 

“El premio es un reconocimiento a la calidad de los vinos y la visita a la bodega, es una conjunción de las dos cosas. No es solo la belleza del lugar, es cómo atendes a tu gente. En Borgoña y en Burdeos no reciben mucho turismo. Creo que eso es algo que Argentina ha hecho muy bien, y tiene que ver con que estamos lejos y tenemos que tentar a que la gente venga a vernos. Cómo recibimos a la gente es importante para la venta del vino. Argentina es un lugar muy divertido, un país bello con creatividad de todo tipo. Ese es nuestro oro y había que mostrarlo. Los productores de vino argentino siempre supimos que la parte de las visitas era algo importante y creo que Francia en ese sentido es más arrogante. No los culpo por eso, pero este premio premia las dos cosas, gran calidad de vino y también gran calidad de recepción del turista. A los argentinos nos gusta recibir gente, hay equipos espectaculares, los restaurantes tienen gran servicio. El servicio después de la pandemia se puso bueno en todo el mundo. En cuanto a nuestro restaurante… yo fui la persona que bloqueó durante 20 años el proyecto de la apertura de Angélica. Desde que Vigil empezó a trabajar con nosotros en el 2001 decía que teníamos que tener un restaurante, y yo respondía que no iba a ser tan arrogante de pensar que podíamos tener un restaurante tan bueno como los vinos. A mí solo me interesa hacer algo en lo que pueda ser el mejor».

 

«El objetivo de mi papá fue hacer vinos argentinos que pudieran estar entre los mejores del mundo, ¡eso es interesante! Hacer algo que no esté entre los mejores del mundo no me interesa, no es parte de nuestra filosofía. ¿Cómo iba a competir como hacedora de vinos con alguien que sabe hacer todo bien en la cocina? Me gusta la pasión y la fantasía, pero soy científica y tenés que preguntarte racionalmente ‘¿voy a ganar en este área?’ Después Alejandro (Vigil) y María (Sance) crearon Casa Vigil, que se convirtió en el lugar número uno de Mendoza y me demostraron que se podía hacer. Entonces ahí dije, ‘podemos hacer el restaurante, pero va a ser uno donde el vino sea el plato principal, no la comida’. Así nació el concepto Wine first. Se trata de varias listas de vinos como menú y un solo menú de comida, pero lo que estas eligiendo son los ‘platos de vino’. Después me di cuenta que no hay nada así en el mundo. Somos el único restaurante donde elegís primero el vino como menú y la comida acompaña, que es estupenda igual, porque Vigil no sabe hacer nada mal”.

«Hacer algo que no esté

entre los mejores del mundo

no me interesa,

no es parte de nuestra filosofía»

La predisposición de algunas personas a recibir la historia con sus propios cuerpos, con sus propias pasiones, con un público que espera el próximo capítulo de sus vidas para entender por dónde van las cosas, como si fueran un faro, un acto luminoso que transita hasta hacerse institución. La familia Catena va escribiendo a través de sus familiares los retazos de una cava que añeja vida. La pasión es una predisposición al tránsito, al cambio de lo conocido, pero sobre todo al cuerpo que se arroja al bosque inexplorado porque sabe que ese flujo intenso es el que guiará los acontecimientos, aun sabiendo que todo puede apagarse, salir mal, dejar de amanecer. Los lugares de poder, las cunas de oro, los tronos precoces en los que algunas personas nacen, parecen ser las franquicias de un destino que solo señala desigualdades. Pero en una segunda mirada, el poder heredado tiene un peso muy grande que hay que saber soportar mientras se transportan los libros de generación en generación, con el equilibrio preciso de cargar el apellido sin derramar el vino por los pasillos del deseo. Así la espera de la próxima botella, de la próxima curva, escribirá en Laura los párrafos que queden de esta historia, que quizás para muchos sea el cuento de los privilegios, pero sin duda también es la historia de lo no ocurrido, de lo que pasa por primera vez y se vuelve ante los ojos encandilados, la visión de las multitudes, el gusto de la mayoría.

Laura Catena catando vinos históricos de Catena Zapata.
«Nos falta que nuestros vinos se vendan al precio de los grand cru classé, estamos hablando de mil dólares la botella, ese es nuestro próximo desafío”.

“Nuestra terapia familiar se llama Elena Catena, mi mamá, que se las arregla para que siempre estemos todos juntos. La próxima generación es una maravilla, es espectacular. No sabemos si van a querer tomar la posta, todavía no tenemos a nadie que se haya interesado o que esté trabajando en la bodega. Todos han hecho mini trabajitos, mi hijo hizo una pasantía en el verano, pero ahora están haciendo otras cosas. La filosofía familiar es que hay que dejarlos que hagan otras cosas y que después vuelvan porque quieren, porque los apasiona. Estamos en esa espera. En cuanto al futuro, lo único que nos falta hacer es que nuestros vinos se vendan al precio de los grand cru classé, estamos hablando de mil dólares la botella, ese es nuestro próximo desafío”.

 

Fotografías cedidas por Catena Zapata.

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