Quería ser enfermera, aunque acabó estudiando Ingeniería Técnica Agrícola por lo que cambió el asfalto de su Sevilla natal por la serranía cordobesa. “Mi hija me dice que pasé de curar personas a curar olivos”, bromea. Un cambio propiciado por una cuestión tan prosaica como la nota de acceso a la formación deseada. Si el destino trastocó su camino, la carrera la convenció de que aquella debía ser su profesión. “Cuando empecé los estudios me di cuenta de que me gustaba ese ámbito. Y cuando, por el proyecto de fin de carrera, me tuve que trasladar a la Subbética Cordobesa me atrapó el mundo rural. Tenía 28 años no tenía ni marido ni hijos con lo que me adapté con facilidad. Cambié lo urbano por lo rural y ahora tengo mi vida hecha aquí. Desde entonces, he trabajado en cooperativas. En 2001 fue cuando entré en Almazaras de la Subbética”, afirma Nuria.
Venías de Sevilla capital, ¿Qué te convenció para quedarte a vivir en un pueblo de apenas 2.500 habitantes, Carcabuey?
“La gente es como tu familia, nunca estás sola. Me encantó su cultura, su forma de vida… Los socios de la cooperativa son habitantes de Carcabuey y la relación era mucha. Me involucré mucho en las costumbres, las tradiciones y la vida aquí. El que luego fue mi marido era funcionario de prisiones, luego montó un bar en Sevilla, pero cuando me quedé embarazada, lo dejó para venirse a vivir aquí. Él notó más el cambio. Yo la adaptación la hice poco a poco”.

Fuiste de las primeras mujeres en trabajar en este sector…
“Cuando yo entré, las mujeres se ocupaban de las tareas de administración. Yo fui la primera en producción. Almazaras de la Subbética es fruto de varios procesos de fusión. De hecho, yo entré en 2001 cuando la empresa se llamaba Cooperativa Virgen del Castillo de Carcabuey. En 2007 se produjo esa fusión con la cooperativa de Espliego de Córdoba y, de ahí nació Almazaras de la Subbética”.
“El acceso de la mujer a puestos directivos
está mejorando, pero va muy lento»
“Entré en Cooperativa Virgen del Castillo para construir una fábrica de aceitunas de mesa, tarea de la que no tenía ni idea. A base de leer libros y con la ayuda de ingenieros y constructores, saqué adelante el proyecto. Y fui la primera mujer en un puesto como aquel”.
El mundo del aceite siempre ha estado muy masculinizado, ¿alguna anécdota cuando llegaste al sector?
“Sigue estando muy masculinizado. De hecho, es raro encontrarte mujeres gerentes o presidentas en el mundo de la cooperativa. Yo nunca he tenido problemas, pero sí alguna anécdota con los agricultores. Cuando llegué aquí, una de mis tareas también era la de asesorar a los socios y alguno me decía algo así como ‘ésta que va a venir a decirme a mí lo que tengo que hacer en mi campo’, pero no lo decían con maldad. Por otro lado, no he tenido problemas de rechazo con ningún compañero del sector del aceite o de la aceituna de mesa”.
¿Ni lo has tenido más difícil para acceder a puestos de responsabilidad?
“Sí, eso es más difícil. No obstante, Almazaras de la Subbética ha sido pionera en ese aspecto ya que a mí me propusieron la dirección técnica de la almazara tras la fusión, en 2007. Hoy día, la sigo gestionando. También tengo que decir que nuestro departamento ha sido reconocido por el Ministerio, con el premio Innovación a la Mujer Rural en 2017; el premio Igualdad, de la Diputación, en 2018, y el premio Meridiana, de la Junta de Andalucía, en 2109”.

“Estos premios han sido porque hemos intentando que el departamento de los técnicos de campo fueran el 50% hombres y el 50% mujeres. Fuimos la primera empresa que nos acogimos a los principios de la ONU para el empoderamiento de la mujer… La fábrica de la aceituna de mesa está gestionada 100% por mujeres… la figura del guarda es una mujer… Estoy muy orgullosa de todo ello”.
También hicisteis cambios para ayudar a la conciliación….
“Los horarios de las cooperativas conllevan poca conciliación familiar y aquí hemos intentando acortar los periodos de mediodía para salir antes por la tarde. También hemos adaptado horarios”.
¿Crees que se ha avanzado?
“El acceso de la mujer a puestos directivos está mejorando, pero va muy lento. Por ejemplo, la representación del sector del orujo es toda masculina. Y la representación de la gestoría del aceite en las cooperativas agroalimentarias también es masculina”.
¿Qué se necesita para acelerar este proceso?
“Que el hombre nos de paso… Para bien o para mal todo ha estado dirigido por los hombres. Las mujeres nos hemos dedicado a las tareas domésticas, antes no se estudiaba, pero hoy estamos igual o más preparadas que los hombres. Los equipos deben estar formados por hombres y mujeres. En ese aspecto, la administración debería hacer más. Sé que cuando se solicitan ayudas en las industrias puntúa más si tienes mujeres en los puestos directivos. Eso es algo bueno porque propicia que nos den paso, pero hay que concienciar más en la igualdad en las empresas, en las cooperativas… todavía queda mucho para avanzar”.

Estás considerada una de las Mejores Productoras del Mundo por Evooleum y el aceite Rincón de la Subbética Altitude, de la D.O. Priego de Córdoba, fue reconocido como el mejor aceite virgen extra del mundo en los mismos premios. ¿En qué se diferencia un buen aceite de uno que no lo es tanto?
“En hacer las cosas bien desde el campo hasta que está en la botella. Hacer un buen aceite es que la cadena del proceso trabaje en equipo. El primer papel lo tiene el agricultor que cuida y mima el olivar. Nosotros estamos en un olivar de sierra con elevadas pendientes, con olivos de dos y tres pies -que no tienen un solo tronco-, con una recolección muy dificultosa, con ataques intensos de mosca que hacen que baje la calidad de la aceituna… Y todo eso es tarea del agricultor. Luego están los técnicos, personas profesionales, que asesoran al agricultor. Al principio fue difícil, pero ahora la situación ha cambiado por completo en la Subbética. El agricultor ha entendido que si se decide que hay que echar productos fitosanitarios es porque es estrictamente necesario”.
“Después están los trabajadores de la almazara que controlan la recepción del fruto separando los que son de excelente calidad a los que tienen algún defecto, luego el molinero que bate a la temperatura y tiempos adecuados, que se almacene en depósitos de acero inoxidable. Luego, en la cadena del proceso, viene el envasador. Hoy por hoy no solo hay que producir el aceite, sino que tienes que saber vestir ese aceite para que al cliente final le entre por los ojos”.
«El primer papel lo tiene el agricultor
que cuida y mima el olivar»
Y a nivel organoléptico, ¿el consumidor podría diferenciarlo?
“No, a nivel de consumidor queda todavía mucho. Y la culpa es de los que vendemos el producto. Hay que educarlos desde la infancia. El niño debe saber que consumir un producto con aceite de oliva virgen extra es mucho más saludable que si lleva cualquier otro tipo de aceite. Claro, el catador sí te puede distinguir. Otra cosa es la etiqueta. En ella debe indicar si es aceite de oliva virgen extra o aceite de oliva. Y eso sí que lo debe distinguir el consumidor, aunque todavía hay muchos que no lo diferencian”.

El aceite premiado se os agota enseguida…
“Es un aceite ecológico. Y sí, tenemos unas listas de reserva porque si no, no llegas a probarlo. Yo misma me apunté en la lista para no quedarme sin botellas”.
¿Cómo ha sido la última campaña?
“De baja producción, muy baja. Hemos tenido un 55% menos de producción con respecto a la campaña anterior…
¿Debido a la sequía?
“Sí, principalmente por la sequía porque cuando la aceituna ya tenía peso, no había agua. Y este año vamos por el mismo camino. No ha llovido nada en el mes de abril, no está lloviendo en mayo… Nosotros somos olivares de secano, aquí no hay regadío y como no llueva vamos a pasar una campaña mala”.
El sector primario se lamenta de la burocracia: leyes que se contradicen, que son difíciles de ejecutar o que son incoherentes…
“Sí, existe mucha burocracia administrativa. Para el agricultor, últimamente, es brutal. A raíz de una medida que será efectiva a partir del 1 enero de 2024 los agricultores deberán llevar un cuaderno digital. El cuaderno digital significa meter tecnología en el campo con un perfil de agricultores de una edad considerable, en su mayoría. Además, estamos hablando de zonas que, a lo mejor, no tienen ni cobertura. Se habla de digitalización y de la despoblación rural pero todo esto al agricultor le supera”.
«Hemos tenido un 55% menos de producción
con respecto a la campaña anterior…»
“En ese cuaderno van a tener que volcar todos los datos de su explotación… cuándo podan, cuándo tratan, con qué productos tratan, qué dosis… Mes a mes tendrán que volcar toda esa información en una plataforma del ministerio… Y encima validado por un técnico. Eso tiene un coste y tal y como están las cosas… Es todo muy complicado…”
“Otro aspecto es lo que tardan en dar permisos. Nosotros estamos en secano y desde 2017 estamos solicitando a la confederación aerográfica del Guadalquivir el poder regar con el agua sobrante de la depuradora municipal de Carcabuey para aprovechar esa agua. Desde el 2017 han pasado 5 años y todavía no hemos sido capaces de que nos den una concesión para poder regar en la situación en la que estamos… Hay mucha tramitación y tardan mucho para todo”.

El relevo generacional y la falta de personal son otros dos obstáculos para el sector…
“Efectivamente. Este año justo hemos tenido problemas para encontrar personal y eso que venimos de una campaña en la que no hemos tenido mucha aceituna”.
“En cuanto a la falta de relevo generacional, existen ayudas para facilitar la incorporación de los jóvenes agricultores al campo, pero no están bien diseñadas. En esta zona tenemos una orografía más complicada que en otras zonas. Las ayudas van en función de unos indicadores técnicos económicos y un joven que quiere instalarse aquí necesita mucha más superficie para que le den esta ayuda que un joven agricultor de un olivar de un regadío en Llanos. Y eso es muy injusto. Venimos reclamando desde Almazaras de la Subbética y desde cooperativas agroalimentarias que lo miren”.
“Las bases se hacen desde un despacho y no se comprueba si es eficiente o no. El relevo generacional aquí es un problema. Y en eso también tenemos la culpa los padres, y me meto la primera, que les solemos decir ‘si no quieres estudiar al campo’ y hemos convertido el campo en algo que no es una profesión y el campo debe ser una profesión. Por eso, en el mundo rural casi todos los chicos se van al extranjero a trabajar o estudiar…”

¿Qué debería hacer falta para recuperar esta población joven?
“Lo primero es profesionalizar la agricultura. El chico o la chica debe ver que esto es una profesión y que hay que estudiar para ello. Después, que sea rentable. Se puede rentabilizar, pero no al 100%. Esta zona está llena de pendientes, olivos que no están alineados… y para meter una máquina es mucho más complicado… Hay que modernizar las explotaciones para sean rentables. También es necesario el apoyo de los organismos públicos”.
Hemos hablado de la sequía y de su efecto en la última campaña, de la falta de relevo generacional y de personal, pero además está el aumento de los precios. Con este panorama, ¿Cómo ves el futuro del campo?
“La verdad es que no le damos la importancia que tiene al sector primario. Y sin ellos no podemos subsistir. La situación es complicada. No puede desaparecer el campo ni las cooperativas porque son las empresas sociales que mueven el mundo rural… Algo tiene que cambiar, tenemos que cambiar todos, pero no sé de qué modo…”
“Mientras tengamos las ayudas PAC podremos sobrevivir. El problema es cuando desaparezcan esas ayudas…”
“Para asegurarnos el futuro debemos evitar la despoblación rural, incorporar la digitalización y que los permisos administrativos lleguen antes a esta zona. La burocracia administrativa debe ser mejor, más eficaz y rápida. Y hablo del agricultor, pero un ganadero para hacer una nave o una mejora en ella para su ganado tardan años en que le den el permiso… Y ese permiso si te lo dan antes, antes se puede dar trabajo a todos los oficios que implican esas mejoras: albañil, constructor, pintor… “